
Los lazos rojos de sus coletas, entonaban a la perfección con la colección de máscaras allí reunidas, las étnicas coloridas, brillantes, las de los ángeles con sus preciosas alas, y en un ladito, medio olvidado, triste, sin sonrisa...la de un pequeño buda.
La niña, lo miró en silencio y finalmente le preguntó :
-¿Por qué estás triste?
El buda sorprendido , respondió:
-Los niños, no reparan en mí, les gustan más las máscaras con sonrisas y colores vivos, además no tengo amigos y aquí mi vida es muy aburrida.
Esta respuesta la conmovió mucho, y tras pensar unos segundos...
-Mira, yo paso cada día delante de esta sala para ir al colegio, si quieres vendré a visitarte y te explicaré todo lo que vea.
Inmediatamente a la máscara, le apareció una tímida sonrisa, y durante los siguientes años, esta se transformaba en festivas carcajadas con la visita de su amiga, y mágicamente podía ver increíbles paisajes a través de los ojos de la niña, (los ojos del alma, como a él le gustaba llamarlos).
Anna, hacía mucho que no llevaba lazos, joven e inquieta, un día durante una de sus visitas, le explicó que debía viajar a la capital por trabajo. El pequeño buda se entristeció, y solo la promesa de seguir visitandolo varias veces al año, consiguió calmarlo.
Pasó el tiempo, y puntualmente ella iba a su cita, pero...unas navidades, no apareció.
Sintiéndose abandonado por su única amiga, la sonrisa del pequeño buda, empezó a desvanecerse, y a principios de la primavera...
-¡ Hola ! (saludó una voz familiar )
Pero él, estaba tan molesto, que cerró los ojos para no verla, y de forma un tanto agria, le contestó :
-Debes estar muy ocupada, pues hace casi un año que no vienes.
Escuchó sorprendido como a ella se le escapaba la risa, y esto hizo que abriera un poquito los ojos del alma, y estos se fueron agrandando más y más, ¿que tenia Anna entre sus brazos?, él, nunca había visto algo tan hermoso, y escucho como ella le decía:
-Nunca te olvidaré, ya ves, no pude venir antes. Esta es mi hija Soona, ahora tendrás una nueva amiga.
Así fue como el buda triste, pasó a ser el más feliz, recibía la visita de sus dos amigas, aprendía y veía bonitos paisajes a través de ellas, y nunca, nunca más volvió a dudar de la amistad, y su sonrisa...permaneció para siempre.