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jueves, 8 de diciembre de 2016

Sin rumbo

¡Corre!, si no te das prisa perderás el tren.
Y corría, a veces tropezaba, se levantaba exhausta, dolorida, desorientada sin saber muy bien qué camino tomar, pero seguía corriendo, así se lo habían indicado, se lo habían casi tatuado en el cerebro.
Miraba en su loca carrera hacia otras vidas, y estas tambien corrian, ¿por qué no imitarlas?, si todos los hacen, ¿por qué yo voy a ser diferente?. Y sacudía de sus rodillas el polvo del camino para seguir a la masa.
Por fin llegó al andén, un enjambre humano apresuraba sus pasos hacia los vagones. Ella permanecía estática.
¡Corre!, ¿a qué esperas?, el tren está a punto de arrancar, ¿acaso quieres perderlo?.
Miró la cara anónima que le gritaba, sonrió, y con la calma que nunca antes había sentido, le dijo:
Este tren, no me llevará a mi destino.
Y saliendo de la estación muy despacio, empezó a caminar sin rumbo fijo.