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jueves, 8 de diciembre de 2016

Sin rumbo

¡Corre!, si no te das prisa perderás el tren.
Y corría, a veces tropezaba, se levantaba exhausta, dolorida, desorientada sin saber muy bien qué camino tomar, pero seguía corriendo, así se lo habían indicado, se lo habían casi tatuado en el cerebro.
Miraba en su loca carrera hacia otras vidas, y estas tambien corrian, ¿por qué no imitarlas?, si todos los hacen, ¿por qué yo voy a ser diferente?. Y sacudía de sus rodillas el polvo del camino para seguir a la masa.
Por fin llegó al andén, un enjambre humano apresuraba sus pasos hacia los vagones. Ella permanecía estática.
¡Corre!, ¿a qué esperas?, el tren está a punto de arrancar, ¿acaso quieres perderlo?.
Miró la cara anónima que le gritaba, sonrió, y con la calma que nunca antes había sentido, le dijo:
Este tren, no me llevará a mi destino.
Y saliendo de la estación muy despacio, empezó a caminar sin rumbo fijo.





     

domingo, 13 de noviembre de 2016

Buscando el horizonte



Hay un barco invisible anclado en un puerto imaginario, hundido en el silencio, las amarras enmarañadas impiden su deriva.
Un viento libera su atadura, y se adentra en la marea buscando el horizonte.
La duda le atenaza:
¿Qué habrá al otro lado de la línea?, ¿aguantará su casco la tormenta?, ¿merecerá la pena seguir la tramontana?
Hay un barco invisible en mitad de la nada, dejándose guiar por las estrellas, huyendo del puerto imaginario que solo fue su celda.



viernes, 28 de octubre de 2016

Tu boca

Enmudece
tu eterna letanía,
la que mandas
como cartas
ligadas a espinas
en patas blancas
de palomas,
las que van
dejando un rastro
ensangrentado,
un camino de pólvora
que  incendias
con palabras.
¡Calla¡
hablas un idioma extraño,
y te pierdes
donde el sol se oculta
para dejarme ver
la luna en tu cabello,
y tu rosario
es mi cuerpo
enredado en tu cabeza.
¡Vete!,
y pinta un cuadro
de palabras y gemidos,
silenciados
entre las paredes
de tu celda,
muerde ,
vierte
tus besos
en mis sueños ,
mientras abro
mis labios
buscando
apagar la sed
inquieta
de esta noche ,
en la pulpa
de tu boca.


          

viernes, 21 de octubre de 2016

Nadie

Yo respiro,
siento, sangro,
pero...,
no soy nada,
nadie me conoce,
y río, lloro,amo.

Y yo; que
no soy nadie,
que si el viento
me llevara,
no se
enteraría
ni el mismo viento,
que si fuera arena
me perdería en
el desierto,
y si fuera agua
sería solo cauce
seco.

Y yo que...,
no soy nadie,
a pesar de todo;
amo, lloro, sufro.

No,
no soy nadie,
y
me
sorprendo
inspirando,
insuflando
vida.



sábado, 15 de octubre de 2016

Dos ventanas



Entra un viento helado por la ventana entreabierta, (nunca encajó bien), pero hay días en los que se agradece un poco de aire para refrescar el sopor reinante en esta habitación, en esta casa cargada de recuerdos.

Se fue marchitando la risa, aquella que invadía los rincones, vibrando en el salón, en la cocina , aquella que hasta hace poco, dormitaba encima de los muebles encerrada en un marco. Ahora su sonrisa estática mira desde el recibidor; todo se paró en un segundo, nadie osaba tocar nada, (tenían miedo a ser perseguidos por la mirada inquisitiva, empeñada en momificarlo todo).

Recuerdo como hundiendo la nariz en la almohada llegaba un tic de lo vivido, y como amanecía el almohadón inundado de lágrimas cada mañana..., y aquel día de locura, metiendo en una vieja maleta la ropa del armario, el salir corriendo de casa y entregarla en la iglesia más lejana, sin mirar atrás, queriendo conservar en la memoria y en los almohadones lo que poco a poco se alejaba a pasos agigantados, recuerdo intentar oír su voz, y perderse el sonido entre los ruidos de la calle, (como busqué aquella grabación que siempre me había parecido horrorosa), y escucharla ahora, una y mil veces, (era su voz), me hablaba a través del magnetófono, y yo le contestaba hasta la afonía escupiendo lágrimas envenadas de rabia, ¿a quien podía culpar del destino?.

Y todo esto se antoja un mal sueño, algo que me contaron, que no ocurrió realmente..., el tiempo pasa, y a veces, mientras me peino miro el espejo y los veo ahí observando a través de mis ojos, gesticulando por mí. A veces me parece que no existo que solo soy un pequeño espectador que mira a través de dos ventanas, y estas más de una vez sufren goteras, quizás porque nunca encajaron bien.



viernes, 7 de octubre de 2016

Otoño



Hay días que tienen algo mágico, Tardes de paseos sintiendo la humedad del mar, saboreando cada palabra y haciendo eco a las olas con las risas.

Un paso y otro más descubriendo lo que sin duda ya está descubierto desde hace mucho, pero que de repente se torna nuevo en el brillo de la mirada, con la ilusión de poder compartirlo, y la locura de recuperar la adolescencia en el otoño, días en los que el cansancio se vuelve perezoso y los pies hiperactivos; las incógnitas ceden por un momento su lugar a los proyectos, el miedo se esfuma, (no hay lugar para un tercero), días que no acabaran nunca, como no acaba la niñez aunque insistamos en disfrazarla con un traje que le viene muy grande.

Hay cafés sin azúcar que se tornan dulces, su calidez te envuelve aunque haya brisa de poniente, y el atardecer se vuelve claro en las palabras mientras las horas vuelan celosas queriendo borrar las confidencias.

Hay momentos que no pretenden hacer milagros, ni colgarse medallas, (solo son momentos), que serán recordados como una pequeña aventura en otoño.



domingo, 2 de octubre de 2016

Presa del silencio



Tiemblas al borde del abismo. Si te pienso..., riego el papel de impotencia  mientras escribo.

Otro mundo guardas en tu mente, un pozo te absorbe, y descarnas tus manos en el borde por no caer en sus fauces, (has caído tantas veces).

No importa si se abren brazos, si las sonrisas acarician tus mejillas, y el calor en la mirada intenta rescatarte de ese limbo frío y desierto que te atrapa.

Las palabras escritas son bálsamo de vida, pero a veces bailan, te confunden, entonces..., un cuchillo las corta oscureciendo tu vista, y presa en el silencio, te mueres por la ausencia de cordura.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Perderse













Perderse otra vez
entre los brazos
de la incerteza,
y encontrar la incógnita
grabada en la mirada.

Besar, hacerse rio,
isla y nube de sueños,
de azúcar y esperanzas.

Perderse distraído
para encontrar la puerta
hacia otro mundo. 


















jueves, 1 de septiembre de 2016

Tus palabras

Pasan las horas aletargadas, balanceándome en la tela de araña tejida de deseos y anhelos, mientras, abro la ventana esperando noticias tuyas en el rumor del viento.

La mente despierta, los ojos cerrados escuchando despuntar el día en el aleteo nervioso de los árboles, en la luna escondida entre las nubes, jugando al despiste, mientras se pierde poco a poco hasta alcanzar otra noche, -la tuya-, tu cabeza en la almohada, ¿quién sabe?, quizás me sueñes.

Aquí, ya empezó la mañana, el sol se muestra perezoso y avanza lentamente, no así los años, que se apelotonan rápidos, impúdicos en mi piel, tiñéndome de escarcha y surcos nuevos.

Empezar otro día arrastrando los pies tras el insomnio, dejando que el sol que tú me envías, me acaricie y me envuelva como hizo contigo hace unas horas, como acarició tu cuerpo y tu cara. Y me tumbo en la playa con los ojos cerrados, sintiendo el susurro de la brisa, que me trae tus palabras.

martes, 26 de julio de 2016

Entre tus brazos

Tengo un precioso jardín lleno de flores, una vida regada de paz, amor y amigos, una pradera llena de amapolas, un perro lleno de pulgas campando a sus anchas en este solar abandonado lleno de zarzas, donde las malas hierbas se tiñeron del rojo de mi sangre, y mi familia no es más que este colchón lleno de chinches, este trocito de cielo por techo; el maullar de los gatos de música de fondo, y un aire apestado de orines y de humos.

Yo canto cuando quiero, de vez en cuando me dan una moneda, hace tiempo que vendí el reloj de mi padre, pa' que lo quería si no tengo prisa. Bailo con mi amiga, mi compañera hasta que se acaba entre mis brazos cogiéndola del cuello, en el suelo la estrello en mil pedazos, (que poco duraron los besos ambarinos).

Cuando ando el mundo se hace ancho, me dan paso, hablan a mis espaldas, ¡soy famoso! , nadie me molesta con pamplinas, si tengo frío, se como calentarme, nada me asusta, nadie robará mi cartera, (no tengo).

Y hoy de pronto vi sus ojos atentos, ¿me cantará una nana como cuando era niño? , pero no, no era ella, a su lado un cuervo ungía mi cabeza, ¡fuera! , ¡fuera! quiero volver al prado, a reposar tranquilo sobre la hierba, bajo los pinos, con los pies descalzos, libre, desnudo, nacer de nuevo de tu vientre, beber de tu pecho, y dormir, dormir para siempre entre tus brazos. 


jueves, 23 de junio de 2016

Amigo mio

Tantas veces me has mecido acariciando mi cuerpo y mi alma, y otras tantas te he llevado hasta mi casa, en mi piel, en mi pelo y mis labios.
Amigo de paseos, fiestas y silencios, cómplice de miradas traducidas sin palabras. A ti acudo cuando ansío soledad, y pintas para mi la madrugada con dedos incorpóreos, con brisa de mañana y aleteos de agua en mi cara. 
Esta tarde tu vestido de plata, salpica de blanco mis pies descalzos, y ando torpemente, tambaleándome como cuando era niña y jugaba en tus brazos, creando mundos mágicos que el viento barría. Hoy te engalanas de fuegos, y deseos nuevos, te saboreo en el aire, despeinas mi cabello, acaricias mi cuerpo, y un dulce escalofrío, me recuerda otras noches de bailes y habaneras, mi vida en tu regazo, siempre a mi lado desde mi nacimiento, amigo mio, Mediterráneo. 

viernes, 17 de junio de 2016

Quimera verde

En mi mano, un tallo amputado de la planta , de la madre, mientras la mente divaga lejos,transportada por su aroma, y los pies bailan casi sin moverse, flotan y el dolor se transforma en una arcada reprimida, una lagrima ahogada , una risa a destiempo, tristísima risa.

La anarquía de ese ser, se adormece empujada por una paz pasajera, artificial, hasta dentro de unas horas. Mientras, el mundo baila infinito, las volutas de humo se unen formando un túnel hacia el país de nunca jamás, y la risa aflora impregnada en agua dulce manada por tu boca; la tibieza de ese sabor invadiendo los sentidos, apretando la lengua contra el paladar, recorriendo cada recoveco, y los ojos cerrados, para que no se pierda ni un segundo de placer, para no distraerse con más visión que la instalada en el cerebro. La piel tiembla.
Y qué importa si el mundo gira, si el tiempo corre, nada importa,solo la ausencia de dolor, lo olvidas, te ries en su cara, - ya se vengará cuando pueda-, pero ahora tú diriges la orquesta, y todo el cuerpo es una batuta diestra, floreciendo en la adolescencia, antes de desmoronarse en pedazos.

 La cama gira impertinente, el mundo ha despertado, los párpados pesan, en la comisura de los labios aún quedan briznas de paz, y en el huerto abre la planta sus hojas, como palmas de manos ávidas de caricias, solo una quimera verde, solo un instante en púrpura de estrellas fugaces en los ojos, después los pies afianzados en la tierra, y los pasos cautos, y un escalón, un escalón es..., casi un precipicio.



viernes, 10 de junio de 2016

De ida y de vuelta

Le dieron las doce mirando a la nada, -el valium no hizo efecto-, las canas revueltas y el espejo irónico, enfocaron un punto perdido en el espacio.

El parque en primavera, la falda de vuelo, y en su cara..., imberbe adolescencia, sonrisa iluminada de alas de mariposas, en la garganta altibajos de barítono y soprano, y ese latir como relinchos entre sus quince años.
Ella, trigo al viento y cereza en la boca, aleteo colibrí en su mirada. Roce no casual en sus manos, despedida en verano; y tras este, la vuelta, en el parque las hojas despiden primaveras, y de nuevo el reencuentro.
Sigue quebrando el ritmo su garganta no madura, y una sombra perfila su cara, pero ella es un junco desbocado, que hace de él un bailarín improvisado andando de puntillas.

Linda pareja bailando entrelazados. Más tarde los hijos, trabajo, y cansancio. El ya no baila alzando sus talones, arrastra los pasos en un tango, y ella acuna nanas en sus brazos, sentada en el porche de la casa mirando al horizonte, esperando impaciente una palabra tierna, un abrazo imposible, que desde hace un tiempo se perdió en el olvido.

Un billete de ida, un adiós, hasta siempre, las sonrisas estáticas en los marcos de fotos, kilómetros por medio, y empezar otro mundo.

Ella sigue en el porche, en su vida y su casa, tejiendo nanas nuevas para otra primavera.
A él, le dieron las doce, la una, las tres, ni valium ni tila, mitigan su angustia, tan solo esperanzas de cunas con vida serán su remanso, su paz, su retiro, de nuevo un billete, tan solo, esta vez, tan solo..., de vuelta.

domingo, 29 de mayo de 2016

Detrás del muro

Tras el día de risas, temblando el sol en el asfalto, guiñando los ojos lastimados por sus rayos, entonando canciones e inventando las letras, casi sin darnos cuenta; se vistió de sombras y luciérnagas el cielo.
No deslumbraban las luces de los coches, la carretera dormía tan solo acariciada por mi vista,
Los párpados pesados anunciaban sueños perdidos en la bruma de la noche, desdibujando los carteles de la carretera, anunciando un obligado descanso. Y allí, en medio de no se sabe dónde, sin pueblo, sin aldea; un descampado, un muro y silencio.
El sueño profundo por abrigo, el coche apagado, la respiración pausada y...,paz.

En la profunda calma se alternan cantos de grillos, con un coro de palabras mecidas por el viento, voces pidiendo una plegaria, llorando por lo no vivido, y ladridos a lo lejos.

Un rayo hiriendo los párpados cerrados, el piar de los pájaros; un estremecimiento.

Ya es de día, desperezo el cuerpo saliendo del coche, pensando en la noche apacible, tranquila, en el roce del viento.

Por aquí no pasa nadie, solo yo en la explanada, al lado del muro, ¡ hacia tanto que no dormía tan profundo !

La paz que se respira, de repente me inquieta, y al mirar hacia arriba, veo cipreses dándome los buenos días.
Ya entiendo el silencio y el acariciar del viento.

Sonrío, ¡ estoy viva ! y aún así, esta ha sido mi primera noche en un cementerio.

viernes, 20 de mayo de 2016

Silencio

Hay un precioso día de sol allí afuera, pero ese cuerpo tiembla de hambre, y un ópalo delgado cubre los huecos de salitre.

Tímido ser disfrazado de sonrisas, pequeño e insignificante, ( solo es una vida ).
Y sabe que es más fuerte de lo que los demás piensan , se sabe con poder, - pues dio luz en otro tiempo - y escapó del infierno que quemaba sus alas, pero la soledad, las ansias desbordantes de amar y ser amada, convirtieron en esclava de suspiros sus arrestos de lucha, su batalla se perdió en las palabras, que parecían cobijo de intemperie.

Ahora famélica de abrazos y miradas , deambula en la noche eterna de sus días, mirando las estrellas, imaginando historias, voces grabadas en su recuerdo, y tiembla de nostalgia.

Tiñe sus canas de ilusiones, y sale luciendo una sonrisa, - como cuesta mostrar felicidad cuando el alma llora desbordada -.en silencio, sin poder compartir lo que bulle muy dentro, en esa caja oculta de deseos y fantasías.

Hay un sol radiante invitando a dejar la tristeza, pero ya han hecho efecto las bolitas coloreadas de la caja,  la mente se nubla y los ríos de mar se secan en sus violáceas ventanas; las cierra al mundo, hasta otro día, sabiendo que al llegar de nuevo los que no escuchan sus silencios, y no leen en su mirada, empezará de nuevo el equilibrio roto solo por la sed de respuesta.

Pensar en vidas huecas, pintadas de sonrisas, no consuela..., pero el mundo está lleno de enclenques disfrazados de opulencia, de aniversarios y fotos de recuerdos, para llenar los espacios en blanco del silencio, silencio, silencio.



viernes, 13 de mayo de 2016

Puertas abiertas

A veces, no es la distancia ni la falta de tiempo lo que nos aleja, sino el deseo inconsciente de no revivir el pasado, lo que convierte esa distancia en infranqueable.

Hace ya algunas horas que llegué, no quise avisar a nadie de mi visita, necesitaba mi propio espacio, mi silencio y soledad para reencontrarme con lo inanimado, con todo aquello que solo yo, puedo abrazar. Con el empedrado irregular de esta calle, que me vio correr, caerme, llorar y reír, en un tiempo tan lejano que parece ser solo un producto de mi imaginación.

Las ruedas de mi maleta no están hechas para este pavimento desigual y desgastado. A trompicones, la arrastro calle arriba, el ruido que provocan sus maltratadas ruedas, hacen que me sienta intrusa entre estas piedras silenciosas.
Y aquí, delante de mí, la puerta, de esas que ya no se encuentran, potente, robusta y pesada, de dos hojas, con su enorme cerradura, - me costó abrirla-, y apunto estuve de gritar pidiendo ayuda, - más de quince minutos he tardado en conseguir que la llave girara en la cerradura -, pero por fin cedió a mi cabezonería.

Todo está oscuro, e inquietantemente silencioso. Tras unos segundos de duda me decido a entrar. En el zaguán cierro los ojos, y al momento , el olor a café me envuelve, - ese café de pucherillo, rebajado con un generoso chorro de leche condensada -, mi estómago se queja, y cierro la puerta tras de mi.-

Saco la linterna de mi bolso, - la luz no funciona -, y me dirijo a la escalera.
Llevo más de dos horas recorriendo la casa, aquí, en esta vieja cama sin colchón, donde pasé mi niñez, sigo absorta en este silencio que solo rompen el piar de algunos pájaros, - deben haber anidado en el alféizar de alguna ventana -.

Sentada en el viejo banquito que hay a los pies de la cama, veo filtrarse la luz de la calle por las grietas de los porticones de madera que cubrían los ahora extintos cristales, que en algún momento desaparecieron, - seguramente fruto de las pedradas de algún desocupado e insensible gamberro -.
Paso la mano por el cabezal de la cama, y noto, como lo único que allí se acumula, - además de mis recuerdos - , es polvo, y este flota entre los rayos del sol, que se empeñan en iluminar la oscuridad casi perpetua de esta casa. El polvo flota, parece danzar en los rayos cálidos, e intento tocarlos con mis manos. Las diminutas moléculas saltan, vuelan, danzan entre el sol y mis dedos, y yo..., me decido. Abro una ventana, despues otra, y otra, intento salir al maltrecho patio, comido de hierbas, - me araño las manos empujando la chirriante puerta -. esta, parece no querer rendirse a mis intentos, es como si unas manos invisibles hicieran fuerza, pero yo empujo, busco esas manos, encontrando la causa a tanta resistencia, - las malas hierbas - , y como una salvaje, las arranco, a puñados, con rabia, - nada va a impedir que salga a este patio - , que limpie esta tierra, y plante las semillas que durante tantos años, atesoré en mis recuerdos - . Semillas de rojo amapola, (libres por el campo), de margaritas (me quiere, no me quiere), de rosas con espinas, como en el amor, como en la vida.

Ya he abierto las puertas, el aire borra generoso el olor a rancio. Es dura la reconstrucción, el trabajo por devolver a la vida lo que estaba medio muerto, pero, si, se puede.

Entra el sol, las puertas, ya están abiertas.





miércoles, 4 de mayo de 2016

En la calle

En esta calle angosta en la que vivo, el sol se muestra tímido, y casi por descuido filtra sus rayos al mediodía, rozando suavemente los balcones, y las plantas que en ellos viven giran sus caras hacia él, agradecidas por tan sutil y furtiva caricia.

El trasiego diario de ánimas sin nombre, va desgastando el suelo. - es curioso -, tanta gente hacinada en tan poco espacio, como nidos en el aire, igual a pájaros en jaulas, todos piando con distintos trinos, sin conocerse, sin mirarse a los ojos.

Pero a esta calle del anonimato, hace unas semanas, llegó un nuevo inquilino, no paga alquiler, ni agua, ni luz, - vive en otro mundo -.
Tres metros antes de llegar a mi portal, a mano derecha, hay un hueco grande en la pared, pertenece a un local cerrado hace mucho, y allí él ha instalado su casa, entre cartones y una raída manta gris, que hace juego con su pelo, y seguramente con su historia.

Esta noche no hay luna, y al salir del trabajo las calles se mostraban tristes, casi vacías, al girar la esquina, a lo lejos, un baile de destellos se reflejaba en los edificios, apreté el paso para ver qué ocurría, pero cuando llegué, las luces naranjas ya volaban, dejando olvidados en aquel hueco, la manta gris y los cartones medio chamuscados por el fuego, que algún desaprensivo había prendido.
En la calle un corro de vecinos, de boca en boca un nombre, José, - el indigente -. Y el durmió esa noche, - la última - a cubierto, en una cama limpia.

Las noticias, hablaron de su muerte, de la brutalidad y la ceguera, del mirar hacia otro lado, de unos gobernantes corruptos que solo ven números, y no personas.

Pasan los días, las lágrimas vertidas por José se evaporaron.

Pero yo sigo viendo; tres metros antes de llegar a mi portal, a mano derecha, un hueco grande en la pared.







domingo, 10 de abril de 2016

El buda que aprendió a sonreir

Era sábado, el sol acariciaba las calles, templando las casas e inundando de alegría a los habitantes de un pequeño pueblo.

Anna, menuda y saltarina, miraba asombrada cada objeto de la sala de arte, (el más preciado tesoro, de aquel rincón del mundo)
Los lazos rojos de sus coletas, entonaban a la perfección con la colección de máscaras allí reunidas, las étnicas coloridas, brillantes, las de los ángeles con sus preciosas alas, y en un ladito, medio olvidado, triste, sin sonrisa...la de un pequeño buda.
La niña, lo miró en silencio y finalmente le preguntó :

-¿Por qué estás triste?
El buda sorprendido , respondió:
-Los niños, no reparan en mí, les gustan más las máscaras con sonrisas y colores  vivos, además no tengo amigos y aquí mi vida es muy aburrida.
Esta respuesta la conmovió mucho, y tras pensar unos segundos...
-Mira, yo paso cada día delante de esta sala para ir al colegio, si quieres vendré a visitarte y te explicaré todo lo que vea.

Inmediatamente a la máscara, le apareció una tímida sonrisa, y durante los siguientes años, esta se transformaba en festivas carcajadas con la visita de su amiga, y mágicamente podía ver increíbles paisajes a través de los ojos de la niña, (los ojos del alma, como a él le gustaba llamarlos).

Anna, hacía mucho que no llevaba lazos, joven e inquieta, un día durante una de sus visitas, le explicó que debía viajar a la capital por trabajo. El pequeño buda se entristeció, y solo la promesa de seguir visitandolo varias veces al año, consiguió calmarlo.

Pasó el tiempo, y puntualmente ella iba a su cita, pero...unas navidades, no apareció.
Sintiéndose abandonado por su única amiga, la sonrisa del pequeño buda, empezó a desvanecerse, y a principios de la primavera...
-¡ Hola ! (saludó una voz familiar )
Pero él, estaba tan molesto, que cerró los ojos para no verla, y de forma un tanto agria, le contestó :
-Debes estar muy ocupada, pues hace casi un año que no vienes.
Escuchó sorprendido como a ella se le escapaba la risa, y esto hizo que abriera un poquito los ojos del alma, y estos se fueron agrandando más y más, ¿que tenia Anna entre sus brazos?, él, nunca había visto algo tan hermoso, y escucho como ella le decía:

-Nunca te olvidaré, ya ves, no pude venir antes. Esta es mi hija Soona, ahora tendrás una nueva amiga.

Así fue como el buda triste, pasó a ser el más feliz, recibía la visita de sus dos amigas, aprendía y veía bonitos paisajes a través de ellas, y nunca, nunca más volvió a dudar de la amistad, y su sonrisa...permaneció para siempre.













sábado, 2 de abril de 2016

Lupo


Anoche, mientras dormía se desató una pequeña tormenta de primavera, un rayo iluminó la casa, y rompió durante unos segundos el silencio.


Me desperté súbitamente quedándome sentada en la cama, mirando hacia la puerta abierta que da al pasillo, y te vi clarito, si, estabas allí y me produjo una alegría inmensa. Alegría que se llevo un nuevo rayo al volver a iluminar la casa, dejando claro que no eras tu si no una sombra y el deseo de volver a verte aunque solo fuera un instante.

Miré nuevamente hacia el lugar que un momento antes me proporcionó tanta alegría, - solo el pasillo, solo la pared -, y dejé caer mi cabeza suavemente en la almohada, un suspiro se me escapó y una lágrima estuvo a punto de hacer presencia, cerré los ojos ansiando dormirme pronto por si podía verte nuevamente en mis sueños, pero no pude.

Te ví, pero esta vez estabas en mis recuerdos, te vi durmiendo en aquella roca en Bermeo y cayendo de golpe de ella al darte media vuelta, - el susto que nos diste a todos - pero no te habías hecho daño, te ví saltándome encima hasta casi tirarme de espaldas al suelo, y arrastrarme prácticamente por la calle cuando salíamos de paseo, te vi manso y cariñoso cuando floreció el fruto de mi vientre y tu lo cuidabas como si fuera tuyo, y esa seguridad que sentía a tu lado, te vi en tantos momentos que ya no pude contener mis lagrimas y las dejé salir libres

¿ Sabes que ?. Te quise porque eras parte de mi familia, y juntos formábamos una manada, te quiero porque formas parte de mi pasado y este forma parte de mi vida.

Te quiero, porque es lo que siento sin mas - Lupo - " perro loco ".

.

viernes, 25 de marzo de 2016

Otra vez es mañana

wwwcorazón blanco .com
Calles estrechas, puertas abiertas para refugiarse en sus entradas, vecinos y extraños apretados para dejar espacio al paso.

Un año más con esta intensidad del sur, con este colorido de la primavera, empeñada en vestir sus balcones y alegrar sus campos
Un pueblo, sus calles de empedrados imposibles, y como mariposas negras, esas mujeres con zapatos de aguja y peineta, levitando entre los adoquines, donde los simples mortales vamos tropezando, intentando no rompernos un tobillo.
La calle repleta, olor a incienso, hombro con hombro...silencio, un alto en una esquina, ( no se oye un alma ), los grillos duermen, una voz rasga el vacío, en un balcón,...una saeta.
Otro paso, lento, y sonidos de tambores haciendo eco en el estómago, en las entrañas, empujando recuerdos , ese calor humano, esas miradas, y otra vez el incienso baña la calle, las lágrimas... las caras.

Ya es mañana, el empedrado, el incienso y las peinetas, la pasión, las lágrimas, el amor , la piedad, quedaron en la semana santa.

Nuevamente al trabajo, las buenas intenciones, duermen en el armario.
Los Sirios sufren, mueren, los campos de refugiados, no tienen empedrado.

El mundo es mundo, la bondad y el incienso cierran sus ojos, y otra vez, otra vez...es mañana.

sábado, 19 de marzo de 2016

Hórror vacui

Anoche sentí hambre, un hambre insaciable que invadió mi cuerpo, mi mente e incluso mi alma - suponiendo que eso exista -. Es una sensación extraña, un deseo voraz, sin límite de llenar todo el vacio que aveces siento en mi, el hórror vacui, ese que me persigue desde la niñez, esta gula ¿ será acaso pecado ?, pero que me importa, al fin y al cabo , no creo en toda esa palabrería hueca, falsa e hipócrita de la iglesia.

Mi vacío y yo, caminamos atravesando Plaza de Cataluña tras asistir a una exposición, tantas mentes eruditas a mi alrededor, tantas palabras con sentido, tanta emoción, consiguieron abrir mi puerta del deseo.

Mi soledad fue abriéndose paso entre el gentío hasta llegar al tren y subir al vagón, aquello estaba repleto de humanidad, demasiada para mi gusto, pero...que humanidad, hacinados, intentando no tocarse, con pocas probabilidades de éxito, y prácticamente todos intentando huir a su isla particular, esa que cabe en la palma de la mano,- su móvil -.

Me parapeté en una esquinita al lado de la puerta, intentando evitar así empujones y posibles pisotones sin disculpa alguna. Al menos aquel rinconcito me proporcionaba una felicidad pasajera - nunca mejor dicho - y la posibilidad de espiar discretamente a los demás.

Llegamos a Arco del triunfo, se abrieron las puertas, para desgracia de los presentes, entraron más de los que salieron, y entre esa oleada, llegó ella.

Una mujer de unos cuarenta años con aspecto latino acompañada por tres niños, primero ví a los dos mayores, el más alto traía la brisa del mar en sus ojos azules, - esa que en el vagón hacía tanta falta - el segundo chico resguardado con sus cascos escuchando música, escondía en los suyos, la miel y el frescor de los campos de trigo. No pude evitar mirarlos, y por un momento sentirme muy lejos de allí.

La mujer llevaba cogida de la mano a una niña de unos cinco o seis años, reían y hablaban de sus cosas, la pequeña levantó la cabeza hacia su madre, entonces la vi claramente, su sonrisa inocente, su menudo y frágil cuerpo lleno de vida, y en su cara dos ojos azules, inexpresivos, vacíos.

Le cedí mi rinconcito a la madre que quedó muy agradecida por poner a salvo de empujones a su tesoro, un tesoro especial, muy especial, porque toda la alegría, toda la gracia, se había hecho forma en su cuerpecito, en su pelo rizado, en su sonrisa, y por un descuido, la naturaleza se había olvidado de dar luz a esas dos estrellas que decoraban su cara.

En ese momento, todo paró ante mí durante unos segundos, todo recobró sentido, mi vacío interno se llenó con la mirada de mis hijos, con la luz de los atardeceres y las caminatas por las salas de exposiciones, con las páginas de los libros leídos y el deseo de leer otros tantos.

Absorta en estos pensamientos, llegué a mi parada, me bajé del vagón. El aire fresco de la noche, y ese suave olor a mar, me recordaron que yo, a pesar de todo...soy muy afortunada.










sábado, 12 de marzo de 2016

Sensaciones

El ruido metálico, una nueva espera, otro paso más te aleja del tiempo, que se ralentiza.

El edificio es frío, el patio ancho y alto, el sol lo calienta dividiendo su luz,  creando sombras. La pelota bota matando el silencio.

La vida vibra bajo la ropa, los ojos se saludan, brillan...¡ tantas preguntas!.

Una sala, la voz flota perdida, pequeña, casi íntima  egoísta, otra palabra la reclama, y...nace de golpe, rompiendo barreras, saltando vallas, ¡ que importa !

Palabras , muchas , medio ahogadas en sal.

Todo para, el aire no despeina, un adiós, otro poema, sonrisas, y... un único abrazo.





lunes, 7 de marzo de 2016

Sonrisas sin fronteras

                       
               Dulce Sara                      
               como un junco
               al viento,
               sirena alemana,
               de sonrisa
               en calma.




Hay lágrimas, que intentamos contener con todas nuestras fuerzas, dulces y tristes a un tiempo, esas son las que hemos derramado por ti, preciosa Sara. Las teníamos aprisionadas y parpadeábamos muy rápido, para que no se escaparan, pero ha bastado tu mirada, y el brillo de tus ojos, para que los nuestros las dejaran ir libres, incontenibles, como una marea.

Tras los abrazos de despedida, la vuelta a casa ha sido silenciosa, y al abrir la puerta, faltaba el coro de tus risas con las de Elba. ¿Sabes?, no hay mejor emisario que el cariño, solo este rompe fronteras, ahora, Alemania, está más cerca.

Sara, dulce Sara, de melena al viento y sonrisa en calma. Ya te echamos de menos.   




  

sábado, 27 de febrero de 2016

Pasos de baile

Hay muchas penas que el tiempo hace olvidar pero hay huellas, que ni un siglo han de borrar como duelen...- Escucho a Machín, y vuelvo al comedor del piso donde pasé gran parte de mi juventud-,Antonio Machin, mezcla heterogénea con Gardel, Strauss, los Machucambos ...Y, aquellos pasos de baile, hijos de la ignorancia, la invención, y la alegría de la vida, aquellos pasos de baile, hijos de los domingos y el chocolate con churros, más un aperitivo mientras se terminaba de hacer la comida. La sobremesa jugando a las damas, y explorando el tablero de ajedrez.

Los veranos en el merendero de la playa, con la jarra de sangría, dejando volar las risas, haciendo castillos de arena que el aire o algún niño travieso destruían.

Ya no tengo discos de vinilo, los sustituyeron los CD. Bailé los pasos inventados también para el acordeón y los valses, girando con mis hijos en brazos, hasta que apoyaron sus pies sobre los míos, -como tu me enseñaste-.

Ahora, casi no escucho música de C.D. el ordenador inunda la casa con lo que le pido, y cuando estoy sola, bailo con Gardel, con Strauss, con Machín, bailo contigo, y giro y giro, y si voy corriendo al espejo, me miro y te miro, tus ojos ahora son ...los míos.

viernes, 19 de febrero de 2016

Ladrones

Hacía más de una hora que la señora Trini se había levantado, ya tenía puesta al fuego la olla expres con las judías pintas que tanto le gustaban, aunque después procuraba no reunirse con nadie, ya que su tránsito digestivo se empeñaba en provocar un coro nada agradable tanto para el oído como para el olfato.
Vestida con decencia cristiana, peinada y decorada con sus aretes de oro que hacía lustros no se separaban de sus colgantes orejas, animaba su cara lánguida y plisada por las arrugas ( más que una falda escocesa ), con un toque de colorete. Terminó su café con leche y se dirigió al espejo del cuarto de baño, para pintar de rojo pasión sus marchitos labios.

Miércoles, uno de Junio. Día de cobro, ella como muchos otros jubilados, tenía la costumbre de acudir el primero de cada mes al banco, retirando todo el dinero de su pensión, prefería tenerlo en casa, siempre decía que se no fiaba, no fuera a venir también a España un corralito.
Llevaba un buen rato controlando la oficina desde la ventana de su comedor, no le gustaba ir la primera, pues sabía que la caja fuerte tenía apertura retardada y, prefería esperar un tiempo prudencial en su casa, viendo el ir y venir de la gente. Cuando calculaba que ya tenían efectivo, bajaba presurosa por su dinero.

La señora Trini, a pesar de sus setenta y tres años, aún conserva una silueta esbelta, alta y de pechos generosos, sigue atrayendo las miradas de algún que otro jubilado, ansioso de hincarle el diente, pero ella, viuda desde hace mucho, respeta la memoria de su Segundo, que así se llamaba su primer y único marido, mas por no hundirse en la desolación y la tristeza, varias veces a la semana recibe la visita de su amigo Paco, - su querido - como dicen en el barrio las malas lenguas.

Ágil para su edad, y con paso firme atravesó la calle entrando en el banco.
- Buenos días.
- Buenos días, - le respondieron -, - le sorprendió las pocas personas allí reunidas, unos cuatro aproximadamente, además de los tres empleados. La atendieron la primera, el resto de los clientes esperaban para hablar con el director.
- ¿ Como siempre señora Trini ? - preguntó el cajero -.
- Si, Fermín hijo, como siempre en billetitos de mil y, me das algunos más pequeños para no tener que cambiar.
- Tenga, veinte mil pesetas, cuéntelo, aquí le dejo un sobre para que guarde los billetes.
Y en eso estaba ocupada, contando su pensión, cuando de pronto...

- ¡ Quieto todo el mundo, que no se mueva nadie, venga , todos al suelo !.

¡ Qué sobresalto ! la voz medio rota de aquel hombre, había estremecido a todos los presentes, pero al girarse, vio que en realidad eran dos encapuchados los que allí había, apuntándolos con sus pistolas.

- ! Al suelo ¡ todo el mundo al suelo, ¡ coño !

Y la señora Trini, pensó que esa frase o algo parecido ya la había escuchado con anterioridad, ¿ donde fue ? ¿ donde ?. - ¡ Ah !, si, en el congreso de los diputados, cuando el golpe de estado, claro que en aquella ocasión no eran capuchas lo que cubrían sus cabezas si no tricornios.
Con esos pensamientos estaba, cuando sintió que su vecino le presionaba suavemente el brazo, indicándole que debía estirarse en el suelo, y así lo hizo, mientras introducía el sobre con el dinero entre sus grandes senos, capaz de esconder a buen recaudo más de lo que entraba en su bolso.

Uno de los asaltantes vio su gesto desosegado, y le gritó conteniendo la risa :

- Señora, deje de esconderse el dinero entre las tetas, no venimos a robarle a usted su pensión, si no al banco, ya es hora de que seamos otros los ladrones.

El segundo encapuchado, ya había metido todo el dinero en una bolsa, y enseñando a los allí presentes las pistolas, dio claras instrucciones de que permanecieran boca abajo y en silencio un buen rato.
Salieron los dos hombres del banco, al girar la esquina se quitaron las capuchas, una calle más abajo, les esperaba el coche con el que emprenderían la huida.

- Arranca Manolo, ¡ joder !, te dijimos que no parases el motor.
- Tranquilos, esto está hecho.
( gre gre gre ), el destartalado simca mil, se negaba a arrancar, el desespero, empezaba a apoderarse de los aficionados a ladrones.
- ¡ Mierda de coche !, - rugió Amancio, propinándole una patada a una de las ruedas y gritando de dolor - . ¡ Ayy ! , ¡ mierda de artrosis !
- A quien se le ocurre, hombre, la culpa es de la batería que falla, deja de darle patadas a las ruedas.
- ¿  Se puede saber por que quitaste el contacto ?, - casi gritó Esteban,( el más joven de los tres ).
- No pasa nada chicos, es cuesta abajo, un empujoncito y arranca seguro.

Mientras Manolo permanecía sentado al volante, los otros dos hombres empezaron a empujar el coche, afortunadamente, la pendiente hizo el resto, y el viejo motor empezó a rugir.

Durante las maniobras que los tres delincuentes llevaban a cabo en mitad de la avenida, un coche policial pasó rápidamente alertando a todo el barrio con el ruido de sus sirenas, los tres hombres lo vieron alejarse en dirección al banco, era lógico que la policía no reparase en semejante reliquia y en tres ancianos que se dejaban las lumbares en el esfuerzo de ponerlo en marcha.

Mientras, en el banco el director intentaba tranquilizar a los clientes, rogándoles se quedarán hasta la llegada de la policía.
Tras más de una hora de preguntas, todos se fueron hacia sus respectivos quehaceres.
La señora Trini, cruzó la calle sin apartar las manos de su pecho, no se le fuese a escapar algo, y durante las siguientes semanas, relató una y otra vez su aventura siempre que surgía la ocasión.

En cuanto a los tres peligrosos delincuentes, cuando por fin consiguieron llegar a sus casas y contar el dinero, vieron que no era suficiente para salir de pobres, a lo sumo para cambiar la batería, hacerle una puesta a punto al viejo coche y poco más.

- Ya veréis la próxima vez, - reía Manolo, enseñando en cada risotada sus desnudas encías-, con esta batería, no tendremos problemas de arranque.
- Calla y comete la paella, al menos nos ha dado para comprar langostinos, pero...ya no habrá una más, no resulta fácil burlar a los cuidadores del geriátrico, y aún peor quitarle las pistolas de juguetes a mis nietos.
- ¡ Ja !, pero fue divertido.
- Si, eso si, fue divertido, - y rieron los tres a un tiempo-.












sábado, 13 de febrero de 2016

A la salida del metro

Su boca era de agua, cálida, dulce, y me atrapó por sorpresa sin dar lugar a la huida, con su escrutadora mirada tan cerca que resultaba imposible enfocárla, sus brazos como hiedra rodeando mi cuerpo, y mis palabras, ahogadas, mudas. El momento, eterno, y mi expresión perpleja,- eso seguramente hubiera pensado de haberla visto -.

Inesperado y repentino como una ráfaga de aire, mientras subíamos las escaleras para salir del metro.
¡ Eterno !, se me hizo eterno, creí desfallecer entre sus brazos, - no de emoción -, mas bien de asfixia, con la nariz tapada por el resfriado, y mi boca cubierta por la suya.
Por fín. la reacción instintiva por seguir viviendo, ya que se me empezaba a nublar la vista por falta de oxígeno, un empujón, una bocanada de aire, y el fín de la escalera.

En la calle, la lluvia abofeteó mi cara, - me hubiera gustado hacerle lo mismo -, abrí el paraguas y le miré, allí estaba él, con el flequillo mojado, y el agua resbalando por su frente, con esa expresión estúpida en la cara, y sus manazas juntas, suplicantes. No le dije nada, - creo que no hizo falta -,mi mirada de asco, hablaba por si misma.

- Cariño, vine a buscarte por si no tenías paraguas...

Tere, mi mujer, había venido a mi encuentro, - loca de amor me tiene -.

- Hola amor, que sorpresa, y - la enlacé por la cintura, mientras nos dábamos un beso -.

- Hasta mañana Luis, nos vemos en la oficina, - le dije esbozando una irónica sonrisa.

Y él, se quedó allí pasmado y empapándose como un idiota, a la salida del metro.

sábado, 6 de febrero de 2016

Regalo de cumpleaños

Siempre quise tener una bicicleta, ¿ a que niño no le gustan ?. Desde los siete años pedía una para mi cumpleaños, o para reyes, pero nunca llegaba.
Ya a punto de cumplir los quince, y casi pensando mas en una moto - que sabia no me iban a comprar - , seguí insistiendo con la bicicleta.
Llegó el gran día, siempre caían buenos regalos, tarta y la celebración con mis amigos.
Mis padres con sonrisa de complicidad, y yo mirando de reojo hacia todas partes, intentando descubrir algún paquete escondido, pero parecían tenerlo a buen recaudo.

- Abre la puerta, - dijo mi madre con mal disimulada risita -.
Me dirigí hacia donde me indicaba nerviosa, ¿estaba allí mi regalo?, y al abrirla..., si allí estaba, recién sacada de la tienda, lista para pedalear.

- ¿Te gusta cariño?, ¿te gusta?, verdad que es bonita, - preguntaba mi madre  con los ojos brillantes -.

No podía verme la cara, pero seguro que mis ojos hablaban todo lo que mi boca medio desencajada no podía, y es que la visión de aquella bicicleta, me dejó totalmente paralizada, de tal forma que incluso después de casi cuarenta años, lo recuerdo y sigo viendo ante mi , el manillar plateado con sus remates en rojo, su sillín granate, sus pedales, y la cara de felicidad de mis padres, halagando sus cualidades y lo cara que les había costado, sigo recordando mis palabras de agradecimiento, y como no mi risa nerviosa cuando vi aquella bicicleta en la puerta de mi casa, tampoco puedo olvidar la única frase que salió de mi boca, ya que incluso mi lengua debió quedarse medio congelada, y solo pude decir :
- Si, es una bicicleta muy bonita, pero esta , no se mueve del sitio, - y la contestación de mi madre -.
- Mira cariño, la pones delante de tu ventana, y mientras pedaleas ves pasar a la gente.

Y yo allí, dando las gracias como una idiota, con una rabia y unas ganas de mandar a paseo a todos que ni te cuento, pero claro, me habían enseñado desde pequeñita a agradecer todos los regalos, y así lo hice.

- Gracias papá, gracias mamá, me encanta, me irá genial para hacer ejercicio, y...- me fue genial, a mi y, a la mitad de los abuelos del edifício, que de vez en cuando, iban a mi casa a ejercitar sus maltrechas rodillas.
Como me hubiera gustado decir el dia de mi decimoquinto cumpleaños lo que realmente sentía, y por dónde podían meterse aquella " mierda de bicicleta estática ".


sábado, 30 de enero de 2016

Cruce de caminos

El rodar del autocar por la autopista le resultaba tedioso, igual que la película que reproducía el D.V.D., cuya pantalla miraba de forma automática, ´( la tenía delante ), ¿ que podía hacer ?, intentaba distraer su mente mirando el paisaje medio desértico y achicharrado por el sol de julio, las lineas de separación de los carriles de la carretera, parecían juntarse en una sola línea continua, en cuyo final imaginaba una flecha, y allí en medio de un círculo sobre una plataforma revestida de terciopelo rojo, a más de un metro del suelo, su premio, él.

Tras horas que se le antojaron eternas, con el estómago revuelto por el cansancio y la ansiedad, llegó a su destino.

Sí, allí estaba esperándola, con sus ojos pardos brillando de la emoción y una sonrisa estrenada y dibujada solo para ella.

Durante varias semanas se fundieron en abrazos infinitos, mezclando palabras con suspiros, poblando de risas la triste habitación donde vivían, dando luz a sus paredes con el brillo de sus ojos al mirarse, dejando impronta de sus seres y su historia en la cama chirriante, que seguro sabía de muchas otras, pero esta, la suya, estaba empezando.
Noches seguidas de un buenos días, y una caricia por desayuno, con los ojos llenos de ellos mismos, paseando de la mano por el parque y las calles, los sueños a dos bandas, y un bocadillo a medias,
( eran jóvenes ), y anduvieron juntos hasta llegar a un cruce de caminos, allí con la misma alegría que en el primer encuentro, sin lágrimas, ni prisas se despidieron.

Los años los maduró por separado, las canas y experiencias los cubrió casi con un manto de olvido, pero el cordón que los unió un día siguió inalterable, juntándolos de nuevo, y al mirarse a los ojos, cogiéndose las manos, y fundiendo sus almas, los labios entreabiertos suspiraron:
Tus hijos podrían haber sido nuestros hijos, mi casa podría haber sido nuestra casa. - ¿ Existe el destino ?, - yo, no sé la respuesta -, ¿ y, tu ? , solo sé que entre los dos se abrió un océano, sin un adios pautado, con un beso y un abrazo que se prolongó casi eterno en el tiempo y el recuerdo, mientras el silencio y la distancia, hizo que tu casa solo fuera tu casa, y mis hijos solo mios, pero la soledad, si, esa... fue de ambos.



sábado, 23 de enero de 2016

Campanas



Aún no despunta el día, mi cama vacía, y el silencio relativo de la noche, aviva mis recuerdos.

Hace un buen rato que dieron las tres, el alma sin consuelo vaga sin rumbo, impidiéndome conciliar el sueño y encontrar mi sitio, haciéndome sentir nómada, apátrida.

Dejé la ciudad buscando el sosiego de días más largos, allí el tiempo pasaba muy deprisa. Pero aquí, en este pueblo que solo conocen unos cuantos, he descubierto que el tiempo además de devorar los segundos, se empeña en recordártelo burlón, y sus complices mas fieles son las campanas, con su voz estridente e incansable.
¡ Din, dong ! - ya son las cuatro.
¡ Din, dong !- las cinco, y el desaliento de otra noche más cargada de proyectos no empezados y caminos desechados -.

Fue un domingo de verano, la casa revuelta, alborozada de entradas y salidas, de ambiente festivo y caras risueñas, mientras mis ojeras impertinentes, se empeñaban en recordarme el insomnio de esa noche.

- Estate quieta, he de fijarte el tocado, no quiero que se te caiga a mitad de camino.

Pepi, la peluquera, llevaba horas intentando arreglarme a base de potingues, ahora le tocaba el turno al pelo, fijándolo con horquillas y esa repugnante laca, que nublaba la vista. Yo, como una sonámbula, me dejaba hacer, así, como por costumbre, como habían hecho mis padres, y el novio que eligieron para mi, ya solo faltaba el cura para dejar claro, cual sería mi futuro y, a quién debería someterme al salir de la iglesia.
Pensar en como me habían organizado la vida sin contar con mis sentimientos, me revolvía el estómago, no había podido desayunar, y mi madre me preparó una manzanilla.

- He de ir al baño. - dije sorprendiéndome de poder articular palabras -.
- Date prisa, aún tengo que fijarte las flores en el moño.

Fui a la habitación de invitados, - ahora estaba vacía -, la mayoría iban camino de la iglesia. ¡ din, dong !, las campanas tocaban a cuartos.
Me puse automáticamente un pantalón y una camiseta, cogí la bolsa llena de ropa que tenía escondida en el armario, y volé escaleras abajo. La bicicleta reposaba contra el muro del patio,- allí no había nadie -, y pedaleé como nunca.

¡ Din, dong !, sonaron de nuevo, faltaba media hora para las doce, seguramente Pepi, estaría buscándome por toda la casa y, no tardaría en dar la voz de alarma.
Ya veía la estación y el tren en el andén, corrí con el billete que Mario me había mandado por correo, mi amor de siempre, y que ahora me esperaba ansioso en la capital.
Mario, mi marido, mi compañero, no hizo florecer el fruto de nuestro amor en mi vientre, pero
Sembró de alegría mi vida.
Esta vida mía ahora opaca y anegada de tristeza, incapaz de desprenderse del dolor causado por su pérdida, y esa esencia que aún rezuma en cada una de las piedras de esta casa, haciendo más patente su ausencia después de treinta y siete años de caminar juntos, cierro los ojos , y por un momento, me parece sentir el roce de sus manos  y como suavemente pasa un brazo por mis hombros, mientras con su voz profunda y dulce a un tiempo, me dice:
- Amor, aquí, parece que nunca pasé el tiempo.

Pero... si, si pasa, y esas campanas me lo recuerdan continuamente.










domingo, 17 de enero de 2016

El coleccionista

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Siempre me han gustado los retos, el teatro es mi asignatura pendiente, pero creo que el mejor escenario, es la vida, y en ella procuro realizar una  actuación perfecta.

Mi familia es uno de mis tesoros mas preciados, el otro mis colecciones y mi mundo secreto, solo mio.
Invariablemente voy cargado de libros, con cara de despistado, como no reparando en nadie, pero ... hay una alumna de último curso, que ha llamado mi atención, es inteligente, mucho, tambien bonita, es en definitiva... un reto.
Tras tres meses de flirteo intelectual, he conseguido una cita con ella, - no ha resultado tan difícil - , con el paso de los años voy puliendo mi técnica, no hay duda que las nieves de mi cabello me proporcionan mayor respetabilidad, por no hablar de las decenas de libros que he publicado.

- ¡ Debe poseer entonces una extensa biblioteca !
- Si, es una de mis pertenencias mas queridas, y la tengo a buen recaudo, poseo una casita en las afueras, es un poco mi refugio, un sitio tranquilo donde poder disfrutar de la lectura sin interrupciones.
- He leido casi todos sus libros, profesor, ¿ de donde saca tiempo ?, y las temáticas, y el estilo, tan distintos, tan innovadores, estaría bien disponer de un lugar apartado donde poder crear.
- Está a tu disposición si lo deseas.

El gesto sorprendido de su cara, habló por ella, el anzuelo estaba a punto de ser mordido, y el pececito sucumbió de lleno.
El sábado a las siete de la mañana me esperaba en la plaza como habíamos acordado.

Hay esta, con su cara de felicidad, ¡ tan inocente !
Una hora y media después, aparcaba el coche en el garage de mi casa, bien situada en un estratégico paraje, sin vecinos, en un camino sin salida. El paraíso de la tranquilidad, allí se habían fraguado mis mejores creaciones, y ahora, Mariana, engrosaría mi obra.

Tras dejarla disfrutar libremente de la biblioteca, compartimos la comida con toda camaradería, el vino la ayudaba a desinhibirse, y le proporcionaba a sus mejillas un tono rosado tan suculento, que debía contener mis ansias de morderla en cada momento.
Tras el postre, ella se ofreció a hacer el café, que yo sutilmente enriquecí con somníferos, ya en la sobremesa, le costaba mantener los ojos abiertos, y yo todo un caballero, la acomodé en su habitación, amplia, sin ventanas, con un buen escritorio y todo lo necesario para que ella, igual que los otros cinco huéspedes de la casa, tuviera lo necesario para escribir, para seguir con mis creaciones, y nutriendo mi fama.

sábado, 9 de enero de 2016

Las capas de la cebolla





La percepción que uno tiene de si mismo, dista mucho de la que tienen los demás.

Nunca entendí por que mi madre me miraba aveces con perplejidad e incluso se le escapaban las lágrimas, cuando estábamos a solas se esforzaba por sonreirme y me acariciaba dulcemente la cabeza, en ocasiones cuando estaba acompañada con mi tía o alguna de sus amigas, se le escapaba algún suspiro, era entonces cuando yo no entendía la reacción de sus acompañantes, siempre ante uno de sus ruiditos, alguien le ponía la mano por encima o le daban un ligero golpecito en el brazo y le decían:
- Animo mujer, lo estás haciendo muy bien, es un angelito, da gracias a Dios por esta bendición.
Si, decia mi madre resignada con los ojos llorosos.

Siempre había alguien en casa, no recuerdo haber estado solo nunca, y esto me fue incomodando a medida que yo crecía.

- Buenos días Daniel, ¿ como estás hoy ?, mira te voy a enseñar unos dibujos y tu has de decirme que te parecen, empecemos por este, ¿ que ves en el ?.

Y lo mismo otra vez, aquella mujer que venia a casa de vez en cuando, me exasperaba, era una mentirosa, se empeñaba en mostrarme unas cartulinas manchadas de tinta, y pretendía que le dijera que sus dibujos eran bonitos, - pero ...si eran una mierda -, que descaro tenía.

Un día a media tarde, estaba yo muy ocupado construyendo un barco, despues queria montar un puerto para anclarlo, justo en el mejor momento, sonó el timbre de la puerta.

- Buenas tardes Luisa,¿ como está Daniel hoy ?.
- Ahí está tranquilo, aunque no hay forma de quitarle los cigarrillos, se me cayó un paquete al suelo y el los cogió, lleva todo el día entretenido con ellos, los saca los amontona y no hay forma de quitarlos.
- Bueno, vamos a ver, hola Dani, ¿ que haces con los cigarrillos ?, sabes que son de mamá, deberías devolvérselos, venga vamos a meterlos en la cajita.

Esa descarada metomentodo, intentaba romper mi barco,- ¿ como se atreve la muy zorra ?, y yo, defendí lo mio, le di un fuerte mordisco en la mano, aulló como un lobo y después empezó a gritar como una rata, eso me hizo mucha gracia y no podía parar de reir. En cambio mi madre parecía asustada, temblaba lloraba y miraba la mano de la mujer de las cartulinas, a mí me resultaba cada vez mas divertido, su mano se empezó a teñir de rojo, y todo lo que tocaba se convertía mágicamente del mismo color, así que de un salto me acerqué a ella, y antes de que pudiera apartarse, le mordí en la otra mano, entonces aún fue mas divertido, yo apretaba fuerte mis dientes sin soltarla, y ella empezó a dar vueltas a mi alrededor, y mi madre con ella, y los tres a un tiempo girábamos por la habitación,- fue fantástico - , solo faltaba la música, danzábamos sin parar, hasta que de pronto sentí un pinchazo en mi brazo izquierdo, mi padre había llegado sin que yo me diera cuenta, y paró el baile, empecé a sentirme mareado y no tuve mas remedio que soltar a mi presa, y sentarme en el suelo, miré mi barco y este se convirtió en cigarrillos, miré la alfombra, y estaba teñida de rojo con dibujos parecidos a los de las cartulinas.

Cuando desperté, todo estaba en silencio, mi padre dormía en la cama que hay junto a la mía, y yo tenía la boca tan seca que no conseguía chasquear la lengua por mas que lo intentaba.

Me levanté despacito, sin hacer ruido y fui al lavabo a hacer pis, despues me puse a beber agua, al levantar la cabeza, vi mi reflejo en el espejo,- si, yo era alguien muy especial, muy hermoso, como decía mi abuela -, mi cabeza era como una gran cebolla cubierta con muchas capas, seguramente para estar abrigadito, mi pelo rojo también se asemejaba a la piel de ellas. Podía destapar a mi antojo capa por capa hasta llegar al interior, solo yo sabía hacerlo, los demás no tenían ni idea, y cuando lo hacía, dentro del todo, veía a una personita pequeña e insignificante, parecida a mis padres y a sus amigos, parecida a la señora de las cartulinas, y esto no me gustaba, así pues volvía a poner todas las capas a la cebolla y hacía ver que no se podían quitar, no fuese yo a convertirme en un aburrido como el resto.


domingo, 3 de enero de 2016

Riesgo

Solo fue una broma, un juego infantil orquestado por adultos, el deseo de escapar de la rutina sin medir las consecuencias, la pasión desmedida hasta llegar a lo irracional, mezclándose de tal forma con la fantasía que se hizo difícil discernir una de otra.

Allí estaba yo, dopada por los ansiolíticos, en mitad de un descampado, guiandome en la distancia por la luz de una gasolinera.

Después las atenciones desmedidas de mi buen marido, de los amigos y vecinos, eso por no contar con los días de descanso proporcionados por la empresa donde trabajo. Tras el " merecido " descanso, la vuelta a la normalidad, las escapadas de los viernes alegando reuniones laborales, y así hasta la primavera.

- Este año, amor, he pensado ir al Caribe otros quince días, la casa de alta montaña estuvo bien, pero este verano me apetece lucir bronceado.
- Mira mi vida, con el rescate que le sacamos el año pasado a mi marido, tenemos para diez vacaciones seguidas,  pero... estoy un poco cansada de esconderme, creo que voy a pedirle el divorcio .

¡ Divorcio !, esa palabra pesó como una losa, y ahí se acabó la pasión y el deseo, porque a él , lo que más le excitaba era...el riesgo.