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viernes, 5 de abril de 2019

Alma sin tiempo


Me he enamorado de un alma sin tiempo, - reloj de arena con fisuras-.

No podría asegurar si has estado en mi vida horas o segundos. Pero en ese instante congelado en la memoria -como el caer de una hoja en otoño-, has fundido tu mirada en la mía.
El azul de tu pupila, se ha vuelto paraguas, protegiendo en la llovizna  a este insignificante ser de barro.

Has sido cielo en calma, sin querer mostrar la furia de tus tempestades. y sutilmente te has marchado, sin arrastrarme en tu declive.

Ni un antes, ni un ahora, tan solo una sonrisa con un toque amargo de verdad.

Y un despertar después de haber vivido en la distancia de los sueños, me ha mostrado un camino de esperanza.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Esperando

Fotografía de Antoni Pujós. 


Me quedaré con tu sonrisa a medio hacer, y tus ojos ocultos tras unas gafas de sol negras. mientras intento imaginar, cual de los besos nonatos fue el causante de la estampida de tu alma rota.

En un rincón, agazapado en el cajón de lo que pudo ser, dormitará el sueño de un reencuentro.
El parpadeo de una mirada brillando al sol.
De unas palabras que no pueda llevarse la brisa de ningún otoño.

Mientras, viviré el invierno perdiéndome en el crepitar de la leña.
Paseando entre las hojas lloradas por las encinas.
Abrigándome con la imagen que quedó grabada de aquel verano disuelto en sal.
Esperando una nueva primavera.


lunes, 29 de octubre de 2018

Era octubre



Ilustración de Elvira y Maitena.

Era octubre, un colibrí nervioso repicaba en el pecho.
Dos mariposas bellas abrían sus alas mostrando todo el esplendor de la primavera.
Mediodía de un terco verano que se negaba a abandonar la escena, y unos brazos abiertos al cariño.
Una terraza en un bar de Sevilla, y la ambrosía de unas miradas, haciendo sombra a un sol incapaz de competir con tanta felicidad.
La brisa cedió su sitio a las palabras, y estas se convirtieron en mágicos poemas de vida.
Un barrio parecido seguramente a cualquier otro, una familia, y un sentimiento muy especial naciendo en cada instante.
Cuatro pies volaban entre juegos y risas, pupilas brillantes al viento, besos de miel, y la promesa de un reencuentro.
Era otoño; en el alma primavera.
Era octubre en Sevilla.







domingo, 16 de septiembre de 2018

Posos de té


Hace mucho que no sé de ti, aun así no se borra tu imagen del paseo marítimo, se quedó atrapada en el tiempo, como los posos del té en el fondo de una taza.
Ahora que cae la tarde, y el silencio del bosque parece aguantar la respiración esperando a la luna, una inquietante paz se apodera de mi.
Es ese momento del día en que la nostalgia se agudiza, al ser consciente de otra noche solitaria.

El reloj de la cocina se ha parado a las cinco, a esa hora quedamos en vernos, en tomar otro café amargo, y endulzarlo en el silencio de una mirada, pero..., aquella cafetería a la que solíamos ir, hace mucho que tiene las puertas cerradas. El polvo se acumula en las mesas, y a través de los cristales entelados, se vislumbra tristemente un ápice cada vez más diminuto de la vida que albergó en otro tiempo. En la puerta, ladeado, cuelga un cartel solitario, donde reza: próximamente demolición.

Al otro lado de la acera, manos entrelazadas tarareando una canción, una pareja de ilusiones recién estrenadas se pierden poco a poco, como fundiéndose en el asfalto, sellando sus palabras en los labios. Unos acordes de guitarra, se escapan como pájaros neófitos de un nido, mientras el sonido de mis pisadas parecen querer hacerles eco, y volar muy lejos.
Hace mucho que no sé de ti, e intuyo, que de alguna forma, también yo soy poso de té en una taza, que no se quiere lavar por miedo a que pierda su esencia.














viernes, 15 de junio de 2018

Paseos





Me siento romántica. Sin duda el verano se acerca, y esta música de Ed sheeran me aviva el recuerdo.

Caricia en la mirada, deseos en la piel.
Sabor a Coca-Cola en los labios, y un brillo en la pupila recordando mil años atrás.
Ya no somos niños, nuestros cuerpos son más torpes, y tú tienes menos pelo, pero cuando nuestras miradas se emborronan con el vaho de nuestros suspiros, se que en ese momento los años no han pasado. La nata sigue siendo nuestro postre favorito, los cacahuetes pelados para el cine.

Caminamos, damos grandes paseos con el ansia irrefrenable de llenarnos de vida, ansiamos atesorar miradas a otros mundos, mezclarnos en los colores del arco iris.
Si nos hundimos en la rutina, la nuestra se torna aventura.
Montar en el metro, es una odisea, y es que los vagones se empeñan en ir al revés, la luna tarda en maquillarse, y el sol se espabila lamiendo el cuerpo de los bañistas tumbados en la playa.

Procuramos no decir adiós, y nuestras miradas se alejan, intentando revivir en cada paso hacia la realidad, este capricho del destino.