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viernes, 25 de marzo de 2016

Otra vez es mañana

wwwcorazón blanco .com
Calles estrechas, puertas abiertas para refugiarse en sus entradas, vecinos y extraños apretados para dejar espacio al paso.

Un año más con esta intensidad del sur, con este colorido de la primavera, empeñada en vestir sus balcones y alegrar sus campos
Un pueblo, sus calles de empedrados imposibles, y como mariposas negras, esas mujeres con zapatos de aguja y peineta, levitando entre los adoquines, donde los simples mortales vamos tropezando, intentando no rompernos un tobillo.
La calle repleta, olor a incienso, hombro con hombro...silencio, un alto en una esquina, ( no se oye un alma ), los grillos duermen, una voz rasga el vacío, en un balcón,...una saeta.
Otro paso, lento, y sonidos de tambores haciendo eco en el estómago, en las entrañas, empujando recuerdos , ese calor humano, esas miradas, y otra vez el incienso baña la calle, las lágrimas... las caras.

Ya es mañana, el empedrado, el incienso y las peinetas, la pasión, las lágrimas, el amor , la piedad, quedaron en la semana santa.

Nuevamente al trabajo, las buenas intenciones, duermen en el armario.
Los Sirios sufren, mueren, los campos de refugiados, no tienen empedrado.

El mundo es mundo, la bondad y el incienso cierran sus ojos, y otra vez, otra vez...es mañana.

sábado, 19 de marzo de 2016

Hórror vacui

Anoche sentí hambre, un hambre insaciable que invadió mi cuerpo, mi mente e incluso mi alma - suponiendo que eso exista -. Es una sensación extraña, un deseo voraz, sin límite de llenar todo el vacio que aveces siento en mi, el hórror vacui, ese que me persigue desde la niñez, esta gula ¿ será acaso pecado ?, pero que me importa, al fin y al cabo , no creo en toda esa palabrería hueca, falsa e hipócrita de la iglesia.

Mi vacío y yo, caminamos atravesando Plaza de Cataluña tras asistir a una exposición, tantas mentes eruditas a mi alrededor, tantas palabras con sentido, tanta emoción, consiguieron abrir mi puerta del deseo.

Mi soledad fue abriéndose paso entre el gentío hasta llegar al tren y subir al vagón, aquello estaba repleto de humanidad, demasiada para mi gusto, pero...que humanidad, hacinados, intentando no tocarse, con pocas probabilidades de éxito, y prácticamente todos intentando huir a su isla particular, esa que cabe en la palma de la mano,- su móvil -.

Me parapeté en una esquinita al lado de la puerta, intentando evitar así empujones y posibles pisotones sin disculpa alguna. Al menos aquel rinconcito me proporcionaba una felicidad pasajera - nunca mejor dicho - y la posibilidad de espiar discretamente a los demás.

Llegamos a Arco del triunfo, se abrieron las puertas, para desgracia de los presentes, entraron más de los que salieron, y entre esa oleada, llegó ella.

Una mujer de unos cuarenta años con aspecto latino acompañada por tres niños, primero ví a los dos mayores, el más alto traía la brisa del mar en sus ojos azules, - esa que en el vagón hacía tanta falta - el segundo chico resguardado con sus cascos escuchando música, escondía en los suyos, la miel y el frescor de los campos de trigo. No pude evitar mirarlos, y por un momento sentirme muy lejos de allí.

La mujer llevaba cogida de la mano a una niña de unos cinco o seis años, reían y hablaban de sus cosas, la pequeña levantó la cabeza hacia su madre, entonces la vi claramente, su sonrisa inocente, su menudo y frágil cuerpo lleno de vida, y en su cara dos ojos azules, inexpresivos, vacíos.

Le cedí mi rinconcito a la madre que quedó muy agradecida por poner a salvo de empujones a su tesoro, un tesoro especial, muy especial, porque toda la alegría, toda la gracia, se había hecho forma en su cuerpecito, en su pelo rizado, en su sonrisa, y por un descuido, la naturaleza se había olvidado de dar luz a esas dos estrellas que decoraban su cara.

En ese momento, todo paró ante mí durante unos segundos, todo recobró sentido, mi vacío interno se llenó con la mirada de mis hijos, con la luz de los atardeceres y las caminatas por las salas de exposiciones, con las páginas de los libros leídos y el deseo de leer otros tantos.

Absorta en estos pensamientos, llegué a mi parada, me bajé del vagón. El aire fresco de la noche, y ese suave olor a mar, me recordaron que yo, a pesar de todo...soy muy afortunada.










sábado, 12 de marzo de 2016

Sensaciones

El ruido metálico, una nueva espera, otro paso más te aleja del tiempo, que se ralentiza.

El edificio es frío, el patio ancho y alto, el sol lo calienta dividiendo su luz,  creando sombras. La pelota bota matando el silencio.

La vida vibra bajo la ropa, los ojos se saludan, brillan...¡ tantas preguntas!.

Una sala, la voz flota perdida, pequeña, casi íntima  egoísta, otra palabra la reclama, y...nace de golpe, rompiendo barreras, saltando vallas, ¡ que importa !

Palabras , muchas , medio ahogadas en sal.

Todo para, el aire no despeina, un adiós, otro poema, sonrisas, y... un único abrazo.





lunes, 7 de marzo de 2016

Sonrisas sin fronteras

                       
               Dulce Sara                      
               como un junco
               al viento,
               sirena alemana,
               de sonrisa
               en calma.




Hay lágrimas, que intentamos contener con todas nuestras fuerzas, dulces y tristes a un tiempo, esas son las que hemos derramado por ti, preciosa Sara. Las teníamos aprisionadas y parpadeábamos muy rápido, para que no se escaparan, pero ha bastado tu mirada, y el brillo de tus ojos, para que los nuestros las dejaran ir libres, incontenibles, como una marea.

Tras los abrazos de despedida, la vuelta a casa ha sido silenciosa, y al abrir la puerta, faltaba el coro de tus risas con las de Elba. ¿Sabes?, no hay mejor emisario que el cariño, solo este rompe fronteras, ahora, Alemania, está más cerca.

Sara, dulce Sara, de melena al viento y sonrisa en calma. Ya te echamos de menos.