¡Corre!, si no te das prisa perderás el tren.
Y corría, a veces tropezaba, se levantaba exhausta, dolorida, desorientada sin saber muy bien qué camino tomar, pero seguía corriendo, así se lo habían indicado, se lo habían casi tatuado en el cerebro.
Miraba en su loca carrera hacia otras vidas, y estas tambien corrian, ¿por qué no imitarlas?, si todos los hacen, ¿por qué yo voy a ser diferente?. Y sacudía de sus rodillas el polvo del camino para seguir a la masa.
Por fin llegó al andén, un enjambre humano apresuraba sus pasos hacia los vagones. Ella permanecía estática.
¡Corre!, ¿a qué esperas?, el tren está a punto de arrancar, ¿acaso quieres perderlo?.
Miró la cara anónima que le gritaba, sonrió, y con la calma que nunca antes había sentido, le dijo:
Este tren, no me llevará a mi destino.
Y saliendo de la estación muy despacio, empezó a caminar sin rumbo fijo.
me gusta como escribes
ResponderEliminarme gusta el haberte encontrado
¡Gracias!, y bienvenida.
EliminarEl rumbo que hay que tomar, no siempre es el marcado.
ResponderEliminarUn beso Tite
Y si está marcado puede que sea con tinta invisible, tendremos que inventar los caminos. Besos.
Eliminarmuy hermoso todo lo que escribes, gracias por compartirlo . buenas fiestas y feliz 2017 un abrazo!
ResponderEliminarGracias Mónica, besos.
EliminarHay que buscar el camino propio.
ResponderEliminarUn saludo.
En eso estamos, solo que a veces las prisas son muchas, pero los pasos cortos. Un abrazo.
Eliminar