Buscar este blog

sábado, 6 de febrero de 2016

Regalo de cumpleaños

Siempre quise tener una bicicleta, ¿ a que niño no le gustan ?. Desde los siete años pedía una para mi cumpleaños, o para reyes, pero nunca llegaba.
Ya a punto de cumplir los quince, y casi pensando mas en una moto - que sabia no me iban a comprar - , seguí insistiendo con la bicicleta.
Llegó el gran día, siempre caían buenos regalos, tarta y la celebración con mis amigos.
Mis padres con sonrisa de complicidad, y yo mirando de reojo hacia todas partes, intentando descubrir algún paquete escondido, pero parecían tenerlo a buen recaudo.

- Abre la puerta, - dijo mi madre con mal disimulada risita -.
Me dirigí hacia donde me indicaba nerviosa, ¿estaba allí mi regalo?, y al abrirla..., si allí estaba, recién sacada de la tienda, lista para pedalear.

- ¿Te gusta cariño?, ¿te gusta?, verdad que es bonita, - preguntaba mi madre  con los ojos brillantes -.

No podía verme la cara, pero seguro que mis ojos hablaban todo lo que mi boca medio desencajada no podía, y es que la visión de aquella bicicleta, me dejó totalmente paralizada, de tal forma que incluso después de casi cuarenta años, lo recuerdo y sigo viendo ante mi , el manillar plateado con sus remates en rojo, su sillín granate, sus pedales, y la cara de felicidad de mis padres, halagando sus cualidades y lo cara que les había costado, sigo recordando mis palabras de agradecimiento, y como no mi risa nerviosa cuando vi aquella bicicleta en la puerta de mi casa, tampoco puedo olvidar la única frase que salió de mi boca, ya que incluso mi lengua debió quedarse medio congelada, y solo pude decir :
- Si, es una bicicleta muy bonita, pero esta , no se mueve del sitio, - y la contestación de mi madre -.
- Mira cariño, la pones delante de tu ventana, y mientras pedaleas ves pasar a la gente.

Y yo allí, dando las gracias como una idiota, con una rabia y unas ganas de mandar a paseo a todos que ni te cuento, pero claro, me habían enseñado desde pequeñita a agradecer todos los regalos, y así lo hice.

- Gracias papá, gracias mamá, me encanta, me irá genial para hacer ejercicio, y...- me fue genial, a mi y, a la mitad de los abuelos del edifício, que de vez en cuando, iban a mi casa a ejercitar sus maltrechas rodillas.
Como me hubiera gustado decir el dia de mi decimoquinto cumpleaños lo que realmente sentía, y por dónde podían meterse aquella " mierda de bicicleta estática ".


2 comentarios:

  1. Tu sincero relato nos transporta a las ilusiones de nuestra infancia, que no mueren con el tiempo. Tan sólo se transforman...

    Te felicito y te envío mi más cordial abrazo.

    Ram-Ona

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ramona, hay cosa que no se olvidan, por cierto ahora que por aquí no hay nadie mas, te cuento un secreto, no sé ir en bicicleta, ¿por que será?. Un beso.

      Eliminar