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viernes, 17 de febrero de 2017

Solo quiere jugar



El solo quiere jugar, (es tan tierno), me mira con su pupila cambiante, en silencio, altivo y dulce a un tiempo. Ha llegado sin previo aviso, desordenando mi desorden habitual, arañando mi alma desierta, provocando el insomnio creciente de mi soledad.
El solo quiere jugar, y yo renazco dentro de mi piel, atolondrada, perdiéndome en sus piruetas imposibles, sangrando con sus caricias salvajes.
Aunque no lo oiga, se que me habla en su silencio, nos observamos mutuamente, nuestros secretos gritan muy quedo, escapándose, en un ronroneo mimoso, y el muy descarado, pasea su nariz por mi cuello.
Se que está detrás de mi, calibrando su salto para sorprenderme.
Intento centrarme en mis letras, que se desparraman por el escritorio lloviendo sonrisas.
Ahora se le antoja jugar con mi trenza, revuelve mi cabello, parece sonreírme en su labor, e intenta comerse la goma que me peinaba, paro el juego intentando poner orden en mi cabeza enmarañada, y me mira como pidiéndome dejar los formalismos, me rodea posándose en mi espalda, distrayéndome con sus saltos.
El solo quiere jugar, y a mi me encanta perder el tiempo mirándolo, recuperando los años dormidos tras la mirada brillante que se refleja en su pupila.








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