La extrema quietud de la plaza se vuelve inquieta sin el alboroto acostumbrado de los pájaros.
El sol parece querer engañarnos ocultándose tras las nubes, disfrazándose de atardecer.
Un nudo en el estómago advierte del peligro de tragarse las palabras, y ese pequeño duende que habita en el vértice de los ojos, se ha quedado sin fuerzas para dar rienda suelta a la marea que marca el vaivén de un corazón roto.
Hace días que el silencio impuesto por la cordura se golpea incesante contra la incomprensión, intentando encontrar respuestas.
La impotencia por no poder parar el segundero se acrecienta.
Solo hace falta un segundo para seguir viviendo,
y toda una vida con la duda de si ese segundo..., era realmente nuestro.
Me gusta muchísimo.
ResponderEliminarOjalá no hubiera sentido la necesidad de escribirlo.
EliminarUn beso Blanca.
Que bárbaro y brutal. Magnífica prosa despierta de lo sublime. Ignominia de los que ningunean a los sencillos. Eres grande, en cada frase creces para enseñarnos que bonito lo prácticas. Gracias, muchas gracias por poner en esta tarde esta pros poética en mis manos. Bálsamo de melancolía. ..
ResponderEliminarGracias Griselda, ojalá existiera un bálsamo lo suficientemente potente para borrar el dolor del mundo. Besos.
EliminarAsi es Tite, sin diasr tristes después de, días que no parecen poder recuoerarse. En un segundo te pueden arrebatar todo, en este preciso segundo que nos afronta a ti y a mí, ahora.
ResponderEliminarBesos guapa
Sacaremos de paseo la sonrisa y taparemos las cicatrices con tiritas de esperanza. Un fuerte abrazo Fabi.
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