En su alma una diminuta semilla de esperanza, y esta le arrastra lejos, ¿será tarde?,
Una sonrisa, unos brazos acogen la incerteza.
No está solo, el mundo bulle de pasos sin rumbo, de costumbres dormidas, aceptadas sin interrogaciones; cuando alguien lo intenta, lo acallan, y mil pupilas fustigan su aura.
Los locos sonríen en silencio, y miran de soslayo, - si nos descubren - ¿que será de nosotros, si nos descubren?Todo tiene horarios, protocolos, -hay que saltarlos- saber que late un corazón, y la piel se estremece, que los ojos hablan inundados de caricias, y el vaho en la ventana será el único testigo, las paredes cómplices, guardianas de palabras, - si supieran - , el amor no se encierra, no se firma, es algo tan sencillo, y en cambio, lo visten de pecado, lo corrompen, lo enjaulan, lo matan.
Ya vuela, no piensa y si lo hace lo esconde en un armario encerrado con llave. Lo que ayer era mar hoy no es más que barro atrapando los pasos, impidiendo el avance, por eso vuela, vuela lejos, liberando el silencio, desnudando la piel y las miradas, compartiendo palabras.
Es inmenso, Tite.
ResponderEliminarGracias Blanca, esa es una palabra muy grande.
EliminarCompartiendo palabras...
ResponderEliminarUn saludo!
Palabras, abrazos, vida. Un beso Alfred.
EliminarTite, no me des las gracias. Es una expresión espontánea.
ResponderEliminarEntonces te envío un abrazo.
EliminarLos locos nos descubrieron hace tiempo. Ellos no se asombran. Solo temen que no sepamos reconocer, como ellos, nuestra locura. Les damos pena.
ResponderEliminarEstimulante frescura de tus letras.
Nada más demencial que la cordura del mundo.
EliminarGracias por tu visita Fackel, bienvenido. Un abrazo.