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sábado, 5 de diciembre de 2015

Luna llena

Llevaba todo el día enfurruñada sin razón aparente, sin saber el por qué.

Al caer el sol salimos a pasear, llegamos a un camino de tierra bordeado de juncos, era una noche agradable de luna llena, y yo seguía enfadada.

-¿Que te pasa, amor? estas extraña.
- No sé, no tengo ganas de nada, siento como un vacío en el estómago, estoy de los nervios y no consigo relajarme, volvamos a por el coche, no me siento cómoda aquí.
- Hemos estado todo el día de viaje, caminemos un poco, el aire de la noche te sentará bien.

Nos adentramos un poco más por el camino hasta llegar a un cruce, era una zona de sembrados, los juncos hacían presencia a ambos lados y parecían custodiar las cosechas, el aire era limpio, se escuchaba el canto de algún pájaro nocturno y el croar de las ranas, cerca había una riera, todo parecía estar iluminado por una gran bombilla, la luz de la luna era espectacular, y el ambiente era propicio para el amor.

Carlos era todo besos, y sus brazos me ligaban a su cuerpo, sentía el calor de su aliento en mi cuello,  y sus labios recorriendo cada centímetro de mi piel hasta llegar a mis hombros. Nos sentamos bajo un árbol, notaba su respiración cada vez más acelerada, casi podía oír los latidos de su corazón, mis sentidos parecían agudizarse por segundos, olía cada gota de sudor, e incluso la suave caída de las hojas de los árboles, estaba alerta sin conseguir desconectar de esa angustia injustificada.

Después, solo recuerdo como un vértigo, un sabor metálico en la boca, un dolor potente en todo el cuerpo, como si mis piernas y brazos se rompieran en mil pedazos, voces con sonidos desconocidos para mi, y finalmente una luz cegadora.

- Sofía, despierta, mírame nena, soy mamá cariño, abre los ojos.

- Baja la persiana, no aguanto el sol, bajala,- casi grité -,

Mi madre bajó la persiana, y esto me permitió mirarla, una sombra se ocultaba en su mirada, no era la primera vez que lo percibía, pero en esta ocasión, la vi más claramente que nunca.

- Mamá, ¿dónde estamos ?
- En un hospital mi vida, ¿ no recuerdas nada ?

Y otra vez esa sombra que parecía observarme tras de su retina.

- No, no recuerdo nada, oscuridad y este terrible sabor a metal en la boca.

Al día siguiente me dieron el alta médica, mis padres se ocuparon de todo el papeleo, y regresamos rápidamente a casa, papá, mamá y yo.

A Carlos, la policía lo buscó infructuosamente durante días, sólo encontraron algunos jirones de su ropa ensangrentados, - el caso sigue abierto -, yo fui a declarar, pero un certificado médico, exponía que debido al ataque brutal que sufrimos, padecía amnesia postraumática y ello me impedía recordar.- lo cual es cierto -.

Cuando intento pensar en esa noche, me veo como cayendo en un pozo hondo y oscuro, y ese sabor metálico...que por increíble que parezca, de vez en cuando, en noches de luna llena, se hace presente y no consigo desprenderme de él.


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