
Los veranos en el merendero de la playa, con la jarra de sangría, dejando volar las risas, haciendo castillos de arena que el aire o algún niño travieso destruían.
Ya no tengo discos de vinilo, los sustituyeron los CD. Bailé los pasos inventados también para el acordeón y los valses, girando con mis hijos en brazos, hasta que apoyaron sus pies sobre los míos, -como tu me enseñaste-.
Ahora, casi no escucho música de C.D. el ordenador inunda la casa con lo que le pido, y cuando estoy sola, bailo con Gardel, con Strauss, con Machín, bailo contigo, y giro y giro, y si voy corriendo al espejo, me miro y te miro, tus ojos ahora son ...los míos.
Precioso relato prima, como tú
ResponderEliminarMuchisimas gracias, siempre a mi lado, te quiero primo. Besos.
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