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viernes, 6 de noviembre de 2015

No juzgarás

Yo nací en una familia de clase alta y estudio en un colegio de monjas, los domingos por la tarde siempre vamos a tomar el té a casa de don Luis - el alcalde -  doña Leonor - su mujer - es la mas rica del pueblo.

Aquel verano en su casa reinaba cierto nerviosismo, Juan, - el hermano de don Luis -se había instalado con ellos para curarse de una enfermedad de la que nadie hablaba.-Yo escuché decir a nuestra sirvienta que era una enfermedad de malas mujeres -,¿ como podía ser eso si don Juan es un hombre?

A doña Leonor se le veía claramente que no le agradaba su presencia , pero lo aceptaba por caridad cristiana.

-Que bondadosa, una santa mujer esta doña Leonor, - decía mi madre -.

-Como todas las tardes de domingo doña Leonor, doña Engracia, doña Francisca, y mi madre jugaban a las cartas en una mesa al lado de una ventana que daba a la plaza, los hombres, don Luis, su hermano Juan, don Augusto, - el cura - don Serafín - el guardia civil - y mi padre, se sentaban cerca del balcón a jugar al dominó y a fumar. Yo como solo tenía diez años, me quedaba sentada en un sofá bordando y leyendo vidas de santos, siempre a una distancia prudencial de los adultos para no escuchar sus conversaciones,- eso creían ellos -.

-Que valiente doña Irene, fijaos que ha decidido ser madre sin casarse,- dijo doña Engracia-.

-Si,-respondió doña Leonor- es una chica muy moderna e instruida, ha estudiado en una academia de señoritas en Inglaterra y domina tres idiomas, Español, Ingles y Francés.

-Sobre todo Francés, -dijo don Juan, escapándosele una risita irónica-

- ¡ Por Dios ! - se santiguo Mosen Augusto -.

- Caballeros, centrémonos en la partida, - dijo de forma agria don Luis echando una mirada de desagrado a su hermano -.

Don Serafín, intentaba esconder su risita bajo un tupido bigote canoso.
- Capicua, - dijo liberando la risa contenida-, caballeros esta partida está ganada.

Yo noté como me miraban todos, pero me hice la distraída, no entendía por que hablar Francés provocaba esa reacción en los adultos, tampoco entendía por que doña Irene, - la hija del marqués - era valiente, moderna y muy respetada por su decisión de ser madre sin tener marido, y en cambio Rosario , - la hija del jardinero -, era una golfa y un putón - como la llamaban en el pueblo por querer hacer lo mismo. ¿ Que diferenciaba a una de otra ?

Dieron las siete y media, todos nos encaminamos hacia la iglesia para asistir a misa de ocho, al terminar felicitaron a don Augusto por el responso.

- Sabias palabras, si señor - le decían -.
No juzgarás, amarás a tu semejante, darás de comer al hambriento, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, etc..

De repente, doblando una esquina apareció Rosario con su madre, atravesando a buen paso la plaza, al pasar a nuestro lado, Remedios - la madre - dijo :

- Buenas tardes nos de Dios.

Y apartando la mirada y con la cabeza gacha, cogió del brazo a su hija y apretó mas el paso.

El grupo allí reunido no contestó a su saludo, y cuando yo fui a contestar, mi madre apretó fuerte mi mano obligándome a callar, la miré apreciando en su cara y en las de las demás mujeres una mueca de desaprobación y como de asco.

Y así con un montón de preguntas en mi cabeza, sin entender el sermón del cura, y sin probabilidad de que nadie me aclarase las diferencias entre la hija del marqués y la del jardinero, llegó la noche.
Y un domingo mas, me fui a dormir pensando , que los adultos, dicen y hacen cosas muy, pero que muy extrañas.
















3 comentarios:

  1. Siempre hubo esa diferencia incomprensible en función de la clase social. Hipocresía, valores que se ensalzan o se desprecian de cara a la galería.
    Muy bonita esta historia, Tite.

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  2. Muy buena Tite. Aquí estoy con los ojos pegados leyendo tu historia. Me ha encantado.

    Buenos días

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  3. Muy buena Tite. Aquí estoy con los ojos pegados leyendo tu historia. Me ha encantado.

    Buenos días

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